Ya se va Obama, el que llegó como lo nuevo cabalgando sobre las nuevas redes sociales. Como descubridor del uso político de Twitter, Youtube y no sé si Facebook y alguna red más que desconozca. El tópico está y estará ahí y aún habrá tiempo de sacar conclusiones y analizar el efecto del medio sobre el mensaje. De aplaudir lo que haya hecho Obama y abuchear lo mismo si lo hace pongamos Iglesias. La nueva técnica y la ingeniería, y no me refiero a las sociales, al servicio de objetivos políticos.
Los mecanismos son nuevos, pero supongo que ya en su momento la misma imprenta sirvió para dar gran y amplia difusión a nuevas ideas de la Ilustración y de la Reforma y no dudo que también del absolutismo y la contrarreforma. No sé si hubiera habido revolución francesa sin imprenta. Seguro que como ahora con las redes sociales habría entonces tertulianos tremendistas avisando de los peligros para la juventud y las malas ideas de la imprenta. Listados de libros prohibidos sólo aptos para los cabeza de familia. Algo de razón habría, cuando la lectura de “El joven Werther” de Goethe producía suicidios entre la juventud, aunque ahora con la lectura, por lo menos en castellano, nos asombre bastante. Supongo que como con las redes sociales actuales el efecto del impacto inicial se va matizando y aprendemos a releer y matizar.
Pero lo de Obama en quien más me hizo pensar esto de la técnica fue en Francesc Cambó, el líder del catalanismo burgués que no se avergonzaba ni de una cosa ni de la otra, fue herido en un atentado en el barrio barcelonés de Hostafrancs en 1907 durante la campaña electoral a favor de la candidatura unitaria de Solidaritat Catalana que iba de Nicolás Salmerón a él mismo. Salvó la vida por poco, y por lo que recuerdo de la lectura de sus memorias las heridas con los años casi le obligan a retirarse si no hubiese sido por un nuevo invento de la época, el micrófono, ya que se le habían ido desarrollando algunas secuelas en la voz que le hubiesen impedido la participación como orador en los mítines del momento para los que era imprescindible una buena voz. Era entonces aún un hecho político fundamental la palabra.
Y lo más reciente que me viene a la cabeza obviando la radio y la televisión, sería la difusión de la palabra del revolucionario Jomeini en casetes que se iban pasando y copiando en la Persia del Sha. Así que cuando el exiliado ayatolá volvió a lo que acabaría siendo Irán sus discursos y opiniones ya eran muy conocidos. Aunque ciertamente no sé qué parte de los discursos de Jomeini lanzaron a las masas a limpiar de monarquía y Estados Unidos su país porque lo que he le leí alguna vez era delirante y ciertamente muy vicioso. Sexualmente vicioso reitero. Pero miren por donde acabó llevándose por delante a los modernísimos Sha Reza Palevi y Farah Diva y al izquierdista e implantado partido Tudeh del que no sé si pensó en usar aquella tecnología pero que nos acabó reportando otra injusticia histórica más aunque no fue la primera ni será la última.
Porque al fin y al cabo casi todas estas novedades en sus tiempos en las tecnologías de difusión han necesitado algo que contar y gente con ganas de escucharlo. Nos convendría no olvidarlo, los envoltorios duran un rato, hasta que se rompen para ver que hay debajo y tampoco convendría olvidar que los opuestos también pueden usarlos y combinarlo con lo antiguo para arramblar con los antiguos novedistas.