Allí nos presentamos para escuchar el sábado pasado, 06/02/2010 a las 19 horas en su local. Convocados por correo electrónico y mediante dos blogs. Primero con La Florida puto barrio de mierda y posteriormente autocensurandose y creando La Florida es mejor barrio. Charla más cena.
Unos 50 asistentes, veteranos dirigentes vecinales del barrio dignos de veneración. Más jovenes activistas pero ya no tan jóvenes, integranes del CEL’H y algún concejal de izquierdas. Intentaré trasladar aquí lo que nos explicaron a casi medio centenar de asistentes. Lo que falte o falle culpa del Señor G y todo lo que bueno que haya es cosas de los ponentes.
Gaspar Maza. Preguntas en los barrios de la ley.
El primero en hablar fue Gaspar. Tuvo que esperar al visionado de un video que está realizando en colaboración con Ramon Parramon también presente. En el se recogen las impresiones de vecinos acogidos a la ley de barrios de la Generalitat de Catalunya, barrios de Campo Claro en Tarragona, la Florida de l’Hospitalet, Roquetes en Barcelona y otros. El mismo reconocía que el video tiene limitaciones, está en construcción, no hablan nuevos inmigrantes, se comparan barrios diferentes y a veces difícilmente comparables.
En palabras de Gaspar, con el video y la actividad que desarrollan pretenden no tanto responder como hacer preguntas, dentro del proyecto HABITUS. Con esa voluntar de generar preguntas está claro que no buscan cerrar los temas ni dar soluciones.
Permanencias.
En su trabajo de acercarse a los barrios siempre ve el recelo del local respecto al visitante y más si como es su caso va mirar y cabe la posibilidad de que los juzgue. Se le suma cierto etnocentrismo: nuestro barrio es el mejor, para lo bueno y para lo malo. Para el de afuera se hace evidente la percepción de cierta voluntad de diferenciación de lo cercano, como el anuncio de Villarriba y Villabajo, o como la reciente y clásica polémica entre Reus y Tarragona a raíz de la ley de Veguerías.
Es una relación de tensión también dentro de la misma comunidad y sin entrar en el terreno del inmigrante. Una relación que no ayuda a mejorar los barrios como le hacía notar un concejal de Valla para el que la ley de barrios no surtía efectos por el propio carácter de la ciudad basado en el recelo. Recelo respecto al ayuntamiento, respecto a las entidades, respecto al vecino de al lado, es algo atávico y que encontramos en más barrios.
Transformaciones.
Como en el cómic de Eisner sobre 150 años en una avenida de Nueva York, muchos de estos barrios cambian, se van transformando en sus formas externas: nuevas carnicerías árabes, colmados latinos o paquistaníes o locales de Internet.
Incluso ha cambiado la forma de ejercer la solidaridad, antes en las iglesias se hacía nuestros propios inmigrantes, ahora se hace hacía fuera. Aquí está el ejemplo de la Chichigua que nació para la solidaridad con Nicaragua. Un fenómeno que ya estudió Durkheim el cambio en la forma de ejercer la solidaridad a raíz de la revolución industrial por personas que iban del mundo rural a la fábrica.
Han cambiado las fronteras del barrio, no está tan limitado como antes, el barrio adquiere extraterritorialidad. Ahora se viven en el barrio y se trabaja en otros, se pierde cierta relación con el propio barrio y se gana con otros lugares. Los barrios son contenedores mucho más complejos, con la nueva inmigración se puede vivir en l’Hospitalet y en Ecuador o Bolivia, como le habían comentado que estuvo por La Florida un candidato boliviano en campaña para las elecciones de su país. El capital social de los barrios los va transformando, pero nuestro disco duro tarda en adaptarse, ahí está la disputa por el uso del espacio público para usos diferentes, las quejas de españoles que no usan los parques pero se quejan de que los usen los otros. O que los puntos de encuentro desaparecen, hay quien no compra el pan en la panadería sino en la gasolinera, se hace más difícil coincidir con los vecinos.
Pese a todo, pese a los cambios tecnológicos que nos afectan, como Internet, necesitamos sitios donde localizarnos, ahí están los barrios.
Clara Carme Parramón. Desde la acción en este su barrio desde ya hace muchos años.
En su turno, Claro nos situó cuando llegó al barrio al barrio de Pubilla Casas con 23 años para quedarse. Es otro barrio de la ciudad justo al lado de La Florida y con el que comparte distrito y características. Está situado más en alto y su gente joven de entonces bajaba al centro social de La Florida de donde surgió la asociación de vecinos, en la que estuvo durante muchos años con algunos de los presentes en el auditorio. En su caso, no tiene identidades múltiples a diferencia de la mayoría de sus vecinos, andaluza y catalana por ejemplo, ella es catalana, no inmigró desde otras zonas de España.
¿Qué pasó en los 60 y 70 para que hubiese orgullo de barrio? ¿Qué pasa ahora?
Cuando ella llegó al barrio había unos descampados como los que se podían ver en el vídeo en las entrevistas a los vecinos de Camp Clar (Tarragona), sólo que éstos estaban cuidados y los de entonces eran mucho peores: sucios y llenos de ratas. Sin transporte, sin ambulatorios, una época en que muchas academias hicieron su agosto por la falta de colegios. Si lo viésemos con la mirada de hoy día diríamos que no se podía vivir, los taxis no se atrevían a llegar, aunque desde dentro no se tenía esa percepción. Es el momento de las grandes migraciones durante el franquismo, donde se llega a niveles del 70-80 % de inmigrados en la ciudad. Hoy en día en La Florida-Pubilla Casas se llega al 40% de inmigración, que es mucha pero la mitad de la de entonces. También había quien percibía tal porcentaje como una invasión, eso sí, sólo se comentaba cuando no había alguien de fuera delante, eran los mismos comentarios que hace mucha gente ahora. Es interesante echar un vistazo a los estereotipos de este barrio en la prensa de la época. Nos leyó algunos de la prensa entre 1958 y 1971, y eso que se suponía que en ella el franquismo era una balsa de aceite, el inmigrante (interno) recibía los mismos adjetivos que la del inmigrante actual (de fuera de la UE).
Integración.
Tanto entonces como ahora la integración se produce en tres fases. En la primera se produce una inserción social, el recién llegado está preocupado por encontrar lo básico: vivienda, trabajo y aprender a moverse en el nuevo entorno. En la segunda es la de la integración social, se base en construir relaciones sociales, basadas en un principio en la familia y el paisanaje dentro de un proceso lento. En la tercera, asentadas las necesidades y relaciones se puede avanzar de forma mucho más potente.
En los 60 y 70 ya había en el barrio bastante gente con el proceso de integración suficientemente desarrollado, con un sitio donde vivir y un trabajo. En el ámbito del trabajo estas personas participan del movimiento obrero que ya tiene una experiencia reivindicativa en la fábrica. Se dan las condiciones entonces para mejorar las condiciones del barrio. Se puede ir a pedir a las AA.VV. que las personas puedan intervenir en la ciudad. Se pude empezar a ver la participación propia en la transformación de un barrio que se va haciendo más de sus vecinos. No se puede obviar en este proceso el contexto de fin del franquismo, en los 70’s-80’s se acelera el proceso para muchas de estas personas de ser de l’Hospitalet, de ser de Catalunya.
Barrio marginal.
Ni antes ni ahora La Florida, y Pubilla Casa, han sido barrios marginales. Marginal es estar al margen de. Para el capitalismo es necesario que haya barrios como éstos, paro, trabajo en negro… es lo que engrasa la máquina. Marginal es aquél o aquello que el capitalismo no necesita: indigentes, recogedores de cartón… Claro que es evidente que todo tiene grados, el parado o el sin papeles tienen más riesgo de acabar en la marginalidad. Pero ni antes ni ahora ha sido un barrio marginal, pobre sí, marginal no.
¿Qué hacer?
Pensar en que hacer para recuperar el orgullo de barrio es fácil de decir y difícil de hacer. Hay que buscar motivos de orgullo en el barrio. Para Clara es relevante la tarea realizada por los colegios Eduard Fontseré y Pau Vila. Experiencias que están protagonizando sus profesores, pero también sus alumnos aunque sean menores. Hay que hacer que el barrio lo sepa y homenajee al profesorado y al alumnado. Hay que aprender de otras experiencias y ante los problemas hay que hablarlos. Y aunque no fuese un problema no le gustó el nombre del primer blog de puto barrio de mierda que sirvió para difundir la charla, ella no puede hablar de mierda para algo que quiere.
El barrio debate.
Después de Clara y Gaspar, intervinieron miembros de toda la vida de la asociación del barrio y otras fuerzas vivas de la ciudad. Sería aquí difícil recoger el debate. Se habló como había mejorado el barrio en las últimas décadas desde las deficiencias iniciales del barrio gracias a la lucha de la AAVV y de su crisis actual. De la búsqueda de nuevos espacios de relación, de la ley de barrios, del plan comunitario, de buscar ejemplos positivos. De la fructíferas luchas de los 70 que quizás sean ahora un lastre, en un momento que fue de una increíble convergencia de la iglesia y el partido comunista en la lucha por la mejora de los barrios. De los cambios sociales. De la crisis de las entidades y asociaciones, de la perdida de autoorganización incluso de los inmigrantes que en sus países organizan ollas populares y aquí se ponen como uno más en la cola de al administración o Cáritas. Debate que devino en conversación durante la rica cena que sirve para mantener un local y unas actividades necesarias si queremos un barrio y una ciudad vivos y mejores.
Los ponentes | El barrio de La Florida de l’Hospitalet |
Para la moderadora, Montse Santolino, los dos ponentes combinan el estudio, la teoría y el discurso con el conocimiento sobre el barrio. Según el mail de convocatoria los ponentes son: Gaspar Maza es profesor de Antropología en Universidad Rovira i Virgili y ex-educador social en el Raval. Sabe mucho de exclusión social y espacio público y de estrategias de integración de los inmigrantes. Lleva muchos años investigando sobre la idea de barrio y ha incluido a La Florida en sus análisis. Clara Carme Parramón es directora del Arxiu Històric de L'Hospitalet y profesora también de Antropología Social y Cultural en la UAB. También ha estudiado la immigración, pero particularmente la femenina de los años 60 hacia l’Hospitalet, y las luchas antifranquistas, de las cuales formó parte. Fue una de las lideres vecinales de La Florida en los 60. Gracias a ella, y tantos otros, pudimos tener dos colegios públicos en el barrio, el Fontseré i el Ruyra. | Si la ciudad de l’Hospitalet es una ciudad obrera caracterizada por las diversas inmigraciones y una alta densidad de población, en el barrio de la Florida esta caracterización se dispara llegando a densidades dignas de Calcuta y Nueva Delhi. Es junto con el vecino barrio de Pubilla Casas y La Torrassa de los barrios de más inmigración extra-europea de la ciudad, y los que no lo son, son inmigrantes del resto de la España castellanoparlante, de los años 50, 60 y 70. Pocos hijos de esta inmigración quedan ya en el barrio. Un vistazo nos da un apabullante paisanaje compuesto de viejos inmigrantes españoles y jóvenes y niños más morenos del resto del mundo. De esa primera gran inmigración surgieron las asociaciones de vecinos de los 70, de las que es su momento fue un destacado líder un joven trabajador de la FECSA y del PSUC cuando era residente en los Bloques Onésimo Redondo (hoy Bloques La Florida) y que años después ha llegado a conseller, hasta cierto punto metáfora de un barrio y una ciudad. Asociaciones y personas que consiguieron mejorar grandemente un barrio en el que todo estaba por hacer. Hoy como ayer sigue siendo necesario que surjan personas de éstas entidades para ser voz de un barrio infrarepresentado en los medios y políticamente en las instituciones, en un dialogo provechoso para todos los ciudadanos de l’Hospitalet. ¿Qué hay ahora de aquellas luchas y asociaciones? ¿Cómo comparar una inmigración y otra en un barrio muy cambiado? |