A los que visiten Barcelona es posible que les sorprenda saber que su tranvía está privatizado aunque use el mismo billete que el metro. Es un servicio público de gestión privada. Si lo supiesen les sorprendería mucho más que después de cobrar el precio estipulado por el estado (l’administració) con su billete o tarjeta, les viniese un cobrador y les dijese entre risitas que deben pagar algunos euros más de forma voluntaria. Pues la escuela concertada funciona así. En Catalunya estamos en la vanguardia de las privatizaciones y en crear idioma para llamarle colaboración público privada. Es más, en derechos básicos como la sanidad y nuestras mutuas y la educación y nuestras concertadas la vemos casi como una forma de catalanidad a reivindicar. Gente rara la clase media catalana.
Teóricamente si uno fuese a una escuela concertada, las privadas sufragadas con fondos públicos, ésta no debería excluir a nadie y no notarlo, ni en las matemáticas ni más allá de ciertos valores u opiniones. Pero ahí están los pagos voluntarios en los folletos. Pagos que excluyen. Te dan los precios, te dan el folleto, sonríen, y te dicen que son voluntarios. De esto ya hay de todo, cuota mensual como mínimo, e incluso cuotas para obras, instalaciones y liquidez. Seria como si al coger el tranvía cada día, una vez al año tuvieses que hacer una aportación para comprar un kilómetro de vías y un vagón. Sí, cuotas anuales para nuevos edificios o para el aire acondicionado. Aunque la verdad que alguna para estas grandes inversiones sólo pide un préstamo y reconoce que hay una barrera de acceso económica. Les honra.
Es decir, que aunque proclamen en sus idearios[i], la tolerancia, el respeto al otro, ser una escuela catalana[ii], es una escuela sólo para unos. No una escuela de todos. En esto somos muy liberales a lo inglés los catalanes. Si nuestro turista pasa cerca de estas escuelas puede ver referencias en carteles y pancartas al runrún de los últimos meses sobre si el catalán debe ser el idioma vehicular o si se pueden hacer una escuela en castellano y otra en catalán[iii]. Se nos dice que no se puede separar a los niños y jóvenes por motivo de lengua para tener unos niveles de cohesión aceptables. Me parece no sólo bien, me parece hasta fenomenal, pero mejor me parecería para la cohesión social del país no separar a los niños y jóvenes por las rentas y patrimonios de sus padres.
El apelar a los valores[iv] para legitimar la concertación también es genial, pero o son escuelas religiosas o lo han sido. Aunque hayan evolucionado a laicas y sin ligazón a organismos religiosos. Que no sé si será mejor que las tengan, porque a veces me ha recordado algunas referencias a la propiedad sin ánimo de lucro de estos centros que no acabo de entender. Fundaciones que no se quien controla, quienes son los socios, quien elige los patronatos o el porqué de su pervivencia, e incluso referencias al no-papel de las presidencias designadas por estas para supervisar las escuelas como puro trámite burocrática. Oír depende que en algunas de estas escuelas me ha hecho llegar un aire de revival del KO técnico de las Cajas de Ahorros por incomparecencia regulatoria interna que he tenido que acabar con una sonrisita de cuota voluntaria que la gente normal que me rodea ve impepinable que voy a acabar pagando.
[i] En las que he visto me ha sorprendido la falta de referencias a la cultura científica.
[ii] Hay quien se caería de culo si al ir a una jornada de puertas abiertas le definieran la escuela como escuela española. Todo tiene una explicación histórica.
[iii] “Per un país de tots, l’escola en català”.
[iv] Anacronismo del antiguo régimen, como si la igualdad, la fraternidad, la libertad, el socialismo y no fueran valores.