Me ponen nerviosos los opínologos oficiales y habituales con el rollo antipolítico imbécil. Deberían saber recoger la crítica del poder que realizan y tomar tila. La crítica razonable siempre es sana y si actúa como vigilante del poder más todavía. Y además, a fin de cuentas, el anti-políticos debería dolerles más a ellos que a mí, en lo personal me refiero. Ellos son verdaderos políticos. Nos representan en el ágora que les dan sus diarios, radios y televisiones. ¿Pero, no deberían aplicarse el cuento que nos explican?
Cuando hablan de financiación de los partidos, yo pienso en lo interesante que sería que cada mes en un suelto viniese el accionariado que controla el medio que consumo. Y me gustaría que no me hablasen sólo de las sociedades propietarias, sino de qué personas están detrás y de las otras relaciones empresariales que tengan. Quién sabe si no sería hasta sana una ley de incompatibilidades. No poder ser propietarios de determinados negocios y de ciertos medios ¿O quien paga los anuncios? Me interesaría saber el volumen de dinero que pone El Corte Inglés, me ayudaría entonces a entender por qué rara vez se habla de la nula presencia de los sindicatos de clase entre sus trabajadores, esto da para un reportaje.
O sobre sindicatos, ¿no deberían tener el mismo derecho que el obispado a tener sus columnas en los diarios? Que yo sepa sólo cede TV3 en Catalunya un espacio semanal de unos 20 minutos los sábados por la mañana.
O sobre los mismos articulistas. Un suponer, si una columnista es invitada a un viaje a otro país, pongamos Israel, ¿no deberíamos tener acceso al monto total de la invitación y a qué hoteles ha ido? O a qué sueldo cobra por columna. No sé por qué, pero se me viene a la cabeza Michel Jordan, que ganaba más por publicidad que lo que le pagaba su club por jugar. O cierta incompatibilidad, para no encontrar a los mismos en todas partes. ¿Cómo pueden decir tantas cosas si no deben tener tiempo ni de leer y digerir lo que van a decir? ¡Qué menos que no poder tener más de 2 tertulias en un mismo día!
Vuelvo al tema de los sindicatos: si los medios se autoimponen la etiqueta de objetivos, ecuánimes, neutrales, ¿no deberían dejar espacio a movimientos sociales, entidades, asociaciones más allá de la iglesia católica? Más cuando esta dispone de una amplia gama de medios, incluso radios y teles, y en plural lo digo. Si quieren tener una protección especial, subvenciones incluso, por ser un pilar fundamental de la democracia, deberían también tener deberes. No hay derecho sin deber. Esto parece complicado incluso en los medios públicos. Que yo sepa, algo así sólo se implementa para organizaciones religiosas, una más que otras. Y en Catalunya, con el programa sindical; pero ya está. No sé cómo acabó la campaña para pedir algo así a la emisora de la Diputación de Barcelona, Com Ràdio.
Creo que tengo derecho, y más cuando algunos de estos apuntalan en nuestra modesta España a la sociedad que “se consuela creyendo que todo es culpa de los políticos”, tal como ha detectado Enric Juliana. O será que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época” y ahora vamos para atrás.