El otro día no sé dónde leí o escuché que es difícil saber qué es la verdad, pero sí qué es la mentira. Al final todo es cuestión de acuerdos empezando por las definiciones. También me es fácil leer todo lo que nos mienten nuestros enemigos. Nosotros somos la Unión Europea y nuestros aliados económicos y militares. Es una cosa que preocupa a nuestro ministro de exteriores europeo sobre todo por el impacto de las mentiras de los otros por eso es de exteriores. Si le preocupasen las mentiras propias sería del interior.
Aquí siempre nos dijeron la verdad, no hubo fake news ni mentiras nunca. A nosotros nuestros gobernantes y aristocracia económica siempre nos han dicho la verdad. Siempre, la mentira y el engaño nos viene de fuera, menos de nuestros aliados. El siempre y el nunca siempre acaban siendo fáciles de ver que son un engaño, solo nos hace falta un contraejemplo.
No nos atreveríamos a decir que el ABC y La Vanguardia siempre nos dijeron la verdad. No sabríamos cómo habrían llegado a ser de lo más longevos en España, cómo sobrevivieron al franquismo y otros problemas del estilo. Pero todos tenemos contradicciones y es posible que igual a partir de algún momento, de un momento democrático, siempre nos hayan dicho la verdad, o por lo menos si no era así, también se engañaban a ellos mismos o era sin querer. Quizás ese momento fuese la entrada en vigor de la Constitución.
No nos atreveríamos a decir que la misma Constitución siempre es verdad. Dejemos estos vericuetos impersonales, pero el rey que la sancionó, ¿siempre nos dijo la verdad? Por lo menos no siempre nos contaron la verdad sobre él, en cosas importantes. Esas nuevas verdades que surgen ahora con el rey amortizado es una verdad alternativa o ¿lo era la de antes? No todo lo que nos contaron de la transición era verdad.
Tengo una mentira sobre la transición detectada. Es aquella de que los políticos de entonces eran mejores que los de ahora porque tenían sus propios medios de vida y no eran profesionales. Que luego tenían a dónde volver una vez dejaban la política y no tenían apego. No sé si eso cuadra con algunos de los más destacados, empezando por Suárez y Juan Carlos Borbón, pero también otros de los míos cómo un Carrillo o un Gregorio López Raimundo. Aunque sí que es mí verdad que estos dos últimos nunca hicieron negocios con sus cargos. Mi verdad es que los políticos de ahora son mejores que los del 77; cuando menos están más fiscalizados. Es como llevar a tu hijo a un colegio público; si pasa algo malo te vas a enterar y pronto.
Los medios no están para decirnos la verdad, sino para vender publicidad de los que les pagan. No sé si han pensado que el famoso, ya sea actor o deportista que nos habla de las bondades de algún banco y de sus productos financieros no tiene ni idea de lo que nos vende. Solo habla bien de ese banco porque le pagan para que lo haga. Y si no fuera así, ¿con qué criterio Rafa Nadal nos recomienda un banco o un producto financiero?
Lo mismo que los actores que nos recitan las bondades de ciertas compañías telefónicas. Sólo lo hacen porque les pagan para hacerlo. No sé si Resines, Milán o Vázquez tienen criterio tendrían para recomendarnos una fibra u otra, o de los servicios o tipos de facturación que promocionan. Si otro día les paga otro hablarán bien del otro. De hecho, siempre me quedo con la duda de si cuando uno de ellos anuncia algo por lo menos lo usa, o si estos actores tienen sus líneas de móvil, fijo e internet con las compañías que anuncian. ¡Qué menos!, ¿no? Pues hace poco vi que una cantante celíaca tenía un menú de hamburguesería que no podía comer.
Sin contar las mentiras que nos dicen con verdades. Quiero decir que la frase tal cual dicha es verdadera, pero que sin el contexto ni la comparación nos llevan a conclusiones erróneas o el único punto de vista. Si además el dueño del megáfono es uno pues todo junto nos lleva a tener una perspectiva cuanto menos coja. Un ejemplo sería todas películas y documentales que nos hemos tragado sobre la guerra de Vietnam, hemos visto cincuenta mil películas o series sobre esa guerra y siempre del lado de los EEUU. Algunas frases o conceptos como Charly o “no me siento las piernas” son parte ya de nuestra cultura popular española. Si quieren, alguna es crítica con los jefes, pero ni una – o como mucho una – película desde el punto de vista vietnamita. Si hay algunas que reconocen la humanidad del enemigo vietnamita pero, en general siempre la misma matraca de la guerra de Vietnam y los problemas para sus chicos.
Eso sí gloria eterna a Mohammed Alí, que lo tenía claro y era un hombre de verdad.
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