Voy perdiendo las ganas de expresarme donde debo. Será la energía o la falta de valor, o que te vas dando cuenta de las limitaciones de todo tipo que uno realmente tiene, como las mismas realidades. Aún así me presenté al fin de semana de las “Jornades Barcelona Futura”, e incluso con algunas notas para opinar sobre los temas de la “Mesa de seguridad y convivencia”. Callé mis notas tomadas por cierto en catalán, pero que hoy les comparto.
Notas sobre lo que no dije
No hablaré de datos, para eso ya están los ponentes y otros estudiosos, sino de mi percepción. Es decir del barrio de Sants, concretamente en lo que se conoce como Triangle de Sants, esos alrededores de la Plaça d’Osca, y del Parque de la Espanya Industrial. Además que alguien que viene de l’Hospitalet ya tiene una forma de ver el mundo. Ojo que los alrededores de esta plaza salen siempre entre los más ruidosos de Barcelona, aunque por otra parte los vecinos no parecemos muy organizados o movilizados comparados con otras zonas similares de bares y sus externalidades.
Sinceramente no creo que tengamos problemas de seguridad en el barrio, ni en la ciudad e incluso diría en España. Cosas pasan, siempre pasan cosas y más en las ciudades, pero más duros, mucho más duros en ese aspecto fueron los 80’s por ejemplo. Sí creo que tenemos problemas de incivismo, de respeto al otro, a lo común, a aquello público, a lo de todos.
Ya digo, que más tenemos problemas más de convivencia que no de seguridad, pero sin embargo sí que creo que hay cierta impunidad, una gran impunidad para pasar del de al lado. La sensación de ninguna presencia pública en las calles, de aquello a lo que antes diríamos del estado, o presencia de lo colectivo. A veces uno se sorprende al dejar alguna queja en la web del ayuntamiento de que se resuelva muy rápido, pero que no haya pasado antes ningún elemento municipal para solventarla. Por ejemplo, una calle a oscuras un par de noches. Lo triste es que la única presencia realmente municipal acaba siendo la Guardia Urbana, y ésta solo parece estar realmente para cuando hay problemas desatados o para el barrio de su responsable político o eventos deportivos o comerciales. En breve vendrá la campaña (comercial) de navidad y veremos parejas mixtas de urbana y mossos, pero no por los vecinos, sino por el bien del comercio local.
Me sorprende por ejemplo que los trabajadores de la limpieza no fomenten actuaciones del ayuntamiento para poder hacer su trabajo de mejor forma. Soportan mierdas de perro o motos u otros elementos al lado de contenedores de basura o papeleras que les dificulta su trabajo, bastante estoicamente. Lo que podría ser presencia pública no lo acaba siendo porque todo son contratas, y al final, como ya he dicho, la única presencia pública acaba siendo policial, cuando aparece.
Por otro lado, intentamos solventar con más presupuesto los problemas de limpieza, que creo muchas veces están vinculados más a la falta de civismo que a inversión en ella: papeleras repletas o con basuras que deberían ir al contenedor, cajas (de Zalando por ejemplo) abandonadas, latas de bebidas y otros embalajes de comida para llevar por el suelo, día de los trastos que no se respeta… todos sabemos de qué hablamos en algunas zonas. Más y más inversión en la contrata de limpieza, pero no en personas que llamen la atención como habrían hecho nuestros mayores a los que ensucian porque sí. Una campaña de carteles de vez en cuando y un paseo de urbanos en los barrios de por allí arriba en Vallvidrera, pero nada serio y continuado.
¿Cuánto dinero de pasar y repasar para la recogida de mierda generada por quien no es capaz de recogérsela o cuidar la ciudad se podría destinar al plan de choque educativo de Barcelona? Más contrata de limpieza contra menos becas comedor o material escolar. El que ensucia porque sí nos roba, además de la paciencia. Ahí ya se convierte en grave.
Me he encontrado estos días el título de una intervención de Carlos Fernández Liria en una escuela de la CUP, sobre el derecho a la belleza. La tengo pendiente. Pero justo estos días un (o una) imbécil ha pintado la pared de media calle de una raya azul porque sí. Y sin ninguna relación en medio una pintada de un sindicato estudiantil con estelada, hoz y martillo-.. me parece nivel turista, también pintadas contra el turismo que no deben ser de nosotros los vecinos me parecen molestia nivel turista. Porque a veces el turista somos nosotros.
Y acabo con una de mis obsesiones sobre el espacio público, que no es una pequeña travesura, sino que va contra la movilidad de todos, aceras estrechas con motos aparcadas donde la normativa, y sobre todo el sentido común, se lo impiden. Luego hablamos de feminización del espacio público, sobre movilidad de todos, sobre niños y niñas en las calles, sobre diversidades… y algún que otro globo sonda sobre una nueva normativa para las motos en la ciudad que no se cumplirá. No sea que se moleste al lobby de la moto mal aparcada, que incluso diría que tiene a la Urbana como punta de lanza. Las “superilles” (supermanzanas) no lo van a resolver todo por arte de ensalmo si todo se deja a la autorregulación y al milagro.
Y dejamos para otro día la enfermedad mental grave evidente en la calle y como afecta eso al espacio público. Pero ya nos metemos en harina de otro costal, pero sí que hace evidente la necesidad de mecanismos de presencia directamente pública más allá de la guardia urbana, y eso sí menos globos sondas y cumplir las normas o cambiarlas, pero que todos juguemos con las mismas normas.
BSO: Lo Stato Sociale «Turisti della democrazia: il Bootleg (Live)»
Publicado y debatido en Debate Callejero 30/11/2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario