lunes, 20 de junio de 2022

Feijóo: líder del Partido del Emérito

Me he imaginado carteles de PP y VOX presentándose como los defensores del rey Emérito. Un auténtico cártel, al que a veces no les faltan otros cómplices de otros partidos. No le faltan defensores panfletarios, ni abogados, alguno de hecho padre de la Constitución, e incluso funcionarios y representantes públicos por lo visto. Así que igual dará que pensemos el resto y gran mayoría de ciudadanos. Pero aun así, yo aprovecharía la idea que me llegó a la cabeza y daría la batalla por ella. La lucha por la República, como parte de la democracia plena, no sería posible con las fuerzas disponibles. Pero ser capaces de poner a votación y hacer que PP y VOX y quién quiera acompañarles sigan en su papel de Partido del Emérito contra el partido del Mínimo Común de la Decencia es tentador. Y en ella podemos ganar derechos y limitar libertades de la coalición del Emérito.

El inocentón que me habita pensaba que Feijóo era una buena noticia, aire fresco al partido principal de la derecha nacionalista española, para ponerlo en unas coordenadas más acordes con los tiempos y los retos españoles, europeos y globales. Pero como ha dicho Inmaculada Nieto hace unos días al respecto del candidato del Partido del Emérito de Andalucía, que Moreno Bonillo es un señor educado, pero tiene una agenda económica y social dañina.

Al final Feijóo, Alberto Núñez Feijóo, es la derecha de siempre. La de aquel retrato que me hacía mi padre con la frase que me decía: cuando bebía un jornalero o un gañán era un borracho, si era el señorito se decía que estaba achispado y muy gracioso. Y eso con cualquier otra cosa si el que lo hacía era uno de arriba o uno de abajo. En esos parámetros parece moverse Feijóo cuando defiende al rey Emérito a capa y espada, con un disuélvanse, aquí no hay nada que ver, el rey emérito es un ciudadano más que puede hacer uso de sus derechos y libertades y no conviene perder el tiempo en juzgarlo de ningún modo, ni legalmente ni parece que de pensamiento. Si el ciudadano fuese otro, uno de los de abajo, no sería ni presunto, diría aquello de que entran por una puerta del juzgado o de la comisaría y salen por otra, y acabaría la disertación con una petición al gobierno de más mano dura y alargamiento de las penas para ese tipo de delitos. Pero como en el fondo es la derecha de siempre pues hace como la derecha de siempre, la ley del embudo.

Tan es la derecha de siempre, que con la impunidad verbal que les caracteriza ha hablado de apartheid en Cataluña. No le voy a poner comillas como he leído en varios medios, ni aclarar qué es un apartheid lingüístico. Decir semejante gilipollez sólo cabe hacerlo recordando el punto de vista de la madre de Forrest Gump. No hay otra.

Y si no es así, que quede que si un día se habla de mentir y de maldad enmarquen esto:

«Hay un ‘apartheid’ lingüístico de los niños y niñas catalanas, que no pueden tener conocimiento del castellano en las aulas», se ha quejado.

La maldad, la mentira y la doble vara de medir, esa es la derecha de siempre, son las gracias de los señoritos. El no querer realmente solucionar problemas y sí ayudar a engordar para no hablar de eso que nos diferencia a izquierdas y derechas.

Cuatro tonterías de este hombre, y dos domingos con problemas con Renfeuno justo después de hacer mi declaración de hacienda y por un asunto grave y uno se pregunta si el que hace el gilipollas no es realmente el que firma el post no siendo todavía independentista, porque lo ponen a huevo.

Como cantaban aquellos paisanos de Albertito (lo escribo con voz de Carlos Herrera), todavía nos queda Portugal, o ahora sólo Andorra, pero puede ser mucho un país tan pequeño.

Publicado y debatido en Debate Callejero 15/06/2022.


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