martes, 6 de noviembre de 2018

Acuerdos desde las dudas. Procesionales o nacionales

Con todo esto del proceso, o del encaje de Catalunya en España y no sé si hasta en Europa, uno ya no sabe ni cómo titular los artículos. En el último que me publicaron aquí, “Aniversario de varios fracasos colectivos” dialogando con uno anterior de LNBL“Aniversario de un fracaso colectivo”, me parecieron interesantes, una vez más, los comentarios de Laertes. Había otros comentarios, pero me parece que de estos otros estamos todavía demasiado separados, aunque aún así seguiremos intentando los diálogos.
En los comentarios dejé un artículo de Ignacio Sánchez-Cuenca en La Vanguardia, “El golpe contra el franquismo”, en el que el autor venía a decir que cuando los procesistas dicen que España es un estado franquista, no tienen razón, y cuando los nacionalistas españoles dicen que lo del 1-O (septiembre y octubre 2017) fue un golpe de estado tampoco tiene razón. La cosa está en que unos y otros exageran, y a unos y a otros es fácil encontrarles dobles raseros, engaños, medios engaños, cómo si los actores principales no tuviesen historia y mucha en común. Con lo que, cómo Laertes en la columna de Lluís Camprubí “El referéndum (ya) no es la solución”, uno acaba llegando a la conclusión de que es difícil sacar una conclusión y que uno acaba perdido, que hasta me parece lo más razonable y sensato.
Dejé el artículo de Sánchez-Cuenca y dije que volvería a responder el comentario de Laertes, una vez pasado el sonrojo de sus piropos – creo que no aguanto la comparación con Señor J- pero no volví. Entiendo su postura sobre qué es lo que se puede negociar con los partidos procesistas (¿soberanistas? ¿independentistas?), si cerrar una negociación con ellos sería volver a empezar luego con una petición de más. Además sin saber que es más. Y si las salidas federalistas o confederalistas son una solución.
Mi situación es complicada; soy ciudadano catalán, pero yo sigo siendo o sintiéndome español. Y me sonroja decir estas cosas, me da bastante vergüenza, pero soy español por razones sentimentales, emocionales, culturales, racionales y porque no podría ser otra cosa, aunque como mis padres y mis abuelos, si hay que moverse procuraré adaptarme. Igual simplemente con decir que sigo sin ser independentista bastaría, pero debería añadir que también soy un sensible y un sentimental y que, en depende qué situaciones, no sé por dónde saldría, no soy tan inmune al folclore como me gustaría. Empiezo recto y ya estoy dando tumbos.
Pero vaya, no soy independentista y a ratos, incluso aquí mismo he hablado “contra” el confederalismo y ahora casi podría hablar contra el federalismo, ya que acostumbramos a referenciar mis izquierdas entre diversos bandazos que rozan la ocurrencia. Sí que creo en un reparto de competencias, y en la ayuda entre partes, y en unos mínimos asegurados para todos, pero lo complicado es acotar y listar las competencias para cada parte, incluida la municipal. La municipal, esa de la que por cierto siempre decimos mis izquierdas que es la más próxima al ciudadano, pero de la que el ciudadano pasa más a la hora de ir a votar.
Así que una cosa es lo que a mí me gustaría, otra lo que guste como Cataluña y otra lo que guste como España, pero entiendo que estamos hablando de buscar el gusto de Cataluña y España. En algún artículo ya he hablado de “blindar” para Cataluña lengua y cierta capacidad de impuestos:
Una propuesta que pasa por la cultura y la economía. Cierto blindaje competencial para Cataluña en temas de lengua, comunicación y educación, pero sin crear un sistema educativo desconectado. Ahí podría haber un senado para coordinar entre materias como esta que son propias de las comunidades.
[…]
En lo económico pues yo no apostaría por un régimen foral, pero sí que la Generalitat y otras comunidades que lo deseen tener suficientemente capacidad para financiarse con impuestos propios y ciertos límites para que no se produzca dumping y para cierta unidad de mercado. Vamos lo mismo que proponemos dentro de la UE.”
Para quizás en la línea de Lluís Camprubí, no un referéndum de autodeterminación,pero sí un refrendar el acuerdo.
Finalmente, esa propuesta puede se liderada por la actual mayoría soberanista (o como se llame) o ser capaces los otros partidos, tanto de ámbito español como los vinculados a otros de ese ámbito, de liderar otra. Cuando hablaba de “que tenemos que ser capaces de hacer una propuesta de acuerdo aceptable en Catalunya y en el resto de España” no tiene que ser a través de CDC o ERC o como se quieran llamar, sino directamente al electorado catalán, ya que insisto que “en el medio plazo no estamos locos créanme, ni allí ni aquí”.

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