Hoy vuelvo a Debate Callejero con un texto atemporal, eterno hacia atrás y hacia adelante. Otra vez Felipe González con su crítica política actual y del presente, aunque como siempre no en sentido no ya socialista, sino con un mínimo de sentido social. El mismo Felipe González que sale siempre a la palestra pública con su legítima crítica, pero siempre desde un prisma claramente nacionalista. O eso es lo que trasciende y me llega.
Quizás no es extraño, si el mismo Enric Juliana no recuerda mal que poco después de la victoria del PSOE en 1982, el diario The New York Times glosó a los «jóvenes nacionalistas que se han hecho cargo de España…», no sé qué entendían sus votantes por eso.
Sigo con lo que dice Juan Carlos Merino en La Vanguardia del 27/11/2020 con Los recados de González. Plantea una crítica a los presupuestos ¿Es una crítica a en qué se invierte o gasta el dinero de todos los españoles? No, es simplemente una crítica a los aliados como ERC, Bildu y Pablo Iglesias que no son interlocutores válidos por que no quieren la cohesión y la solidaridad entre españoles, y eso no es socialista. No como cuando él pactaba con la derecha convergente o hacía reformas laborales para “flexibilizar el mercado laboral”, eso era claramente por la cohesión y la solidaridad entre españoles.
Y esto vale para él, y para los que siempre le secundan al alimón cómo Alfonso Guerra y Juan Carlos Rodríguez Ibarra aunque ya parece que podemos ir contando con las nuevas generaciones de un Page o un Fernández Vara que seguro que también rondan en todos estos mejunjes, que siempre salen con su crítica nacional populista y nunca con crítica por temas sociales.
También se quejó Felipe de que le hacían callar, ¿quién osaría ni intentarlo? Eso sería un mal intento, y un mal programa político, el peor programa de la semana si no del año. Él no va a consentir que nadie le mande callar, porque eso no es socialista. Igual no dijo aquello Alfonso Guerra del que se mueva no sale en la foto, pero bien definía bien aquella época en el PSOE del que fue secretario general.
Aún recuerdo que las bases del PSOE contraviniéndole eligieron a Borrell como candidato a la presidencia del gobierno y aquellas imágenes acompañándolo por el aeropuerto y el trato desagradable que le brindó. Hasta a mí me dolió porque me había ilusionado.
Felipe, siempre estará ahí con lo de siempre, con la monarquía que representa el rey Juan Carlos: nación de negocios o negocios de nación. Siempre con la espada verbal a punto para defender esa idea de España, pero poco o nada para defender a los españoles que deberían preocupar a un dirigente socialista, ni por ellos ni por su partido. Y vuelvo otra vez a Enric Juliana que en la anterior crisis lo contraponía a un Mario Soares que “cuando empezó la crisis financiera en el 2007, el viejo patriarca del socialismo portugués estalló de indignación. Intuyó lo que venía y se convirtió en un referente moral para la gente más perjudicada. Se colocó a su lado. Levantó la voz. No se limitaba a analizar la situación desde la fría distancia.”
No me imagino que en los últimos años y en los que vengan alguien pueda escribir algo similar de Felipe González. Ni de Guerra, Ibarra o Bono, ni de sus nuevas generaciones. Imposible, y sí de la vía conservadora y reaccionaria de la constitución que la izquierda hemos contribuido a dejarnos robar.
Y tampoco imagino preguntas directas a él, él que estaba allí cuando el rey emérito y Pujol y otros hacían y deshacían y no se enterase entonces de nada cuando ahora se presenta como él que más sabe y adalid de “esto no es socialista”. ¿Pero qué será el socialismo? ¿Y que será una España cohesionada y solidaria?
Felipe es el relato monárquico realmente existente.
Publicado en Debate Callejero en 15/12/2020.
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