viernes, 6 de diciembre de 2019

Desconectando de Cataluña

Ciertamente la semana pasada estuvo siendo complicada por aquí en Barcelona.
Llevaba semanas, si no los últimos meses, diciendo o diciéndome que me he desconectado de esa Cataluña de ERC, CUP y JxCat o cómo se hagan llamar. Los del hemos pasado pantalla, los del referéndum que ya estaba pasado, los de exigir a la juventud que fuesen traidores a la tierra, los de Roma no paga a traidores (allí en un mitin conjunto in your face)… los de que si un alcaldesa empatiza y dice que esto va de democracia, le responden otros alcaldes con lo de IN-IN-DEPEN-DEN-CIA, los de ahora hay República y ahora no se sabe… los de el pueblo dice, el pueblo desea,… los que delimitan la democracia y de qué es honorable y sensible hablar. He desconectado, otros catalanes lo habrán hecho de España, o eso dicen, o eso decimos, pero hay más como yo.Hay comentaristas que dicen que hay muchos catalanes movilizados contra la sentencia y que no son independentistas. Es verdad, seguro. Pero yo detecto muchos que no éramos independentistas, por mil motivos o sólo por una cuestión sentimental, y que podíamos defender el derecho de autodeterminación, y que ya pasamos. El uno de octubre voté nulo, puse Mireia Boya en mi papeleta, como lo que era, un acto reivindicativo más. Quizás por una cuestión sentimental o por mucho más, por una cuestión amorosa.
Y ha venido la sentencia, han venido las protestas, los disturbios y las cargas. Y lo he mirado con distancia, como espectáculo, sobre todo las noches en BTV. Les sonará frívolo, pero como espectáculo televisivo el seguimiento en la televisión local de Barcelona, era televisión total: reality (los protagonistas parecían olvidarse de la cámara), carrusel deportivo (se conectaba con una barricada de un cruce como hace años por un gol en Las Gaunas), comentarios de San Fermín, y análisis diversos… Al final uno se atreve a opinar sobre cmo hay que hacer un barricada o cómo atajarlas desde las diferentes policías. En algún momento llegué a pensar que lo estaban dejando alargar para que acabásemos pidiendo que arrasasen, cada uno a los suyos.
Pero no. No puede ser. Abusos de manifestación, abusos policiales.
No les he explicado que el martes perdí un vuelo de trabajo a Berlín y por tanto una reunión de trabajo.
Pero tanto no puedo desconectar. Me ha chocado ver a compañeros que, por los comentarios que les leo en algunos foros (privados aunque políticos), nunca estuvieron de piquete conmigo en alguna huelga general. Sonreirán si les explicase la historia entera. Puedo discrepar de los motivos de algunos para hacer huelga o protestar, pero otro día vendré yo con otra y no quiero que todavía me sea más complicado. Aunque muchos de esos ex-convergentes ahora indepes dijesen otras cosas cuando yo hacía de piquete o cuando otros hicieron un cuarto de lo que ellos. El veneno estará en la dosis.
La sensación es que todo esto nos está derechizando.
Sí, la sentencia se puede criticar. Lo hacen unos por excesiva, y otros, los nacionalistas españoles (autodenominadas constitucionalistas,) por blanda. Sólo faltaría no poder hacerlo en una democracia; algo ha dicho Montilla, es la semana de reivindicarlo a él, y a Saura, el conseller de interior del aquel tripartito al que llamaban del Dragon Khan.
Yo de la sentencia no sé, o poco sé. Que con los Jordis no se puede jugar a lo de políticos presos, no ejercían ninguna representación institucional. Y de los otros, pues ya es jugar a la paradoja; si no hicieron nada ilegal para ir a la independencia, pues es que no hicieron nada de lo que prometían de la independencia y mintieron a los suyos, y a todos, y gravemente; y si lo hicieron y cumplieron con lo que decían, me parece a mí que por la vía unilateral algunas ilegalidades cometieron. Pero a fin de cuentas, ¿cuánto castigo merecía lo que realmente hicieron? Pues no lo sé, y aún queda recorrido a este juicio, desde los inicios en que algunos estaban seguros de la rebelión y lo que implicó.
Pero después de la sentencia y la última semana, no sé si es el momento de perder las ocasiones de ser ingenioso o no decir nada y dedicarme a la lectura.
Andaba rabioso, aunque con pose de escéptico y de vuelta de todo, ahora sumo más rabias y más diversas. Pero con ganas de hablar con los amigos de siempre, con los que he compartido militancias aunque ahora en “lo nacional” no estemos a lo mismo. Para que me ayuden a orientarme, para hacernos de espejos, para conocernos otras cataluñas, porque en el fondo es más que evidente que no tengo ni idea de qué va esto. Más allá de generalidades y consignas que pueda dar y que ya no doy bulas, ni las regalo.
Y entonces otra vez un bucle melancólico para no decir nada ni ir a ningún sitio.

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