miércoles, 7 de diciembre de 2016

Casa de la Reconciliación: la experiencia de Jaume Botey en la educación de Adultos.


El pasado 3 de noviembre pude asistir a uno de los actos de presentación del Espai Comunitari de Formació Permanent a Sants, fue a las 18:30 en Can Batlló, en el barrio de La Bordeta (Sant-Montjuïc) y contaba con la participación de Jaume Botey, según constaba en los carteles “profesor emérito de la UAB y promotor de escuelas de personas adultas de l’Hospitalet”, aunque Jaume Botey aúna muchas más historias hoy os hago llegar la interesante exposición que nos hizo sobre su experiencia en la Casa de la Reconciliación del barrio de Can Serra de l’Hospitalet y su vinculación a la escuela de adultos que allí se creó. 

Os transcribo mis notas de la charla y como siempre, lo bueno y aprovechable que se diga será gracias a Jaume Botey; las incorrecciones, deslices y otros errores sólo atribuibles al Senyor_G.

Los inicios.

Jaume Botey empezó su actividad en el campo de la educación de adultos en el Campo de la Bota influenciado por su hermano que de hecho llegó a estar preso por hablar de alfabetización. Para ello se dedicaban a copiar el método de Paulo Freire. Más tarde cuando llegó a l’Hospitalet en 1968 empezó con una experiencia nueva contextualizada por el local que lo acogía. Hay que explicar que Jaume Botey llega al barrio de Can Serra y a la ciudad de l’Hospitalet como  cura de la iglesia de Can Serra, pero en ese momento no hay iglesia, en sentido de edificio en el barrio. Las actividades eclesiásticas se desarrollan, no sólo por el contexto, sino por propia voluntad sin local, usando casas de los feligreses y otros espacios. Hasta que las entidades y partidos del antifascismo de la ciudad les piden que construyan un local para poder tener un paraguas del obispado en sus reuniones y otras actividades contra el franquismo. Entre los demandantes hay todo tipo de organizaciones, desde diversos partidos comunistas hasta sindicatos de todo tipo. El equipo de religiosos encabezado por Jaume Botey aceptan que se erija la iglesia, pero la tiene que construir los que la piden, el conglomerado de fuerzas populares antifranquistas del barrio y la ciudad.

Esa construcción del local eclesiástico será en sí mismo un ámbito de formación de escuela de adultos, con las mediciones, o los cálculos para pedir materiales o hacer pedidos. Es un hecho cultural de gran envergadura y se elige como nombre Casa de la Reconciliación. Un nombre el de RECONCILIACIÓN deliberadamente ambiguo; reconciliación con el inmigrante, política de reconciliación del PCE, reconciliación con el otro en sus diversos términos. Se realizan fiestas diversas, un día de los andaluces, otro de las mujeres, es decir se plantea como un lugar de encuentro. Hay espacio tanto para un concierto de la Coral Sant Jordi como para canciones andaluzas que son aprovechadas sus letras para aprender a leer. En los locales se hace teatro, se crea un cinefórum, o grupos que realizan cortos e incluso los primeros grupos de objeción de conciencia. Se aprovecha el espacio de la escuela para conferencias sindicales, políticas y culturales. Es una escuela de formación haciéndose con el espacio por los participantes. 

Fernández Buey y Manuel Sacristán.

Paco Fernández Buey, le pidió poder ir a dar clases. Jaume reconoció que tembló ante la petición de aquel gran marxista y  lector de Gramsci, pero le quedó claro que había entendido el gran sentido cultural de lo que se estaba haciendo en la escuela de aquella iglesia que no parecía una iglesia. Con el tiempo durante aquellos 6 años que estuvo Paco le pidió traer a un amigo. El tal amigo era otro reconocido marxista e intelectual llamado Manolo Sacristán, y estuvo dando clases en Can Serra durante 2 años hasta que tuvo que empezar a hacer diálisis. Botey sonreía explicando que le puso la condición de que no les dijese a los alumnos que era Manuel Sacristán y como él le respondió: “Manolo, son analfabetos, no saben quién es Manuel Sacristán”. De hecho Sacristán no hizo ninguna charla ni conferencia, pero se inventó una clase de “leer el periódico”. 

Paulo Freire y el manual de Can Serra.

Se buscó hacer grupos para la alfabetización, para inicio a la escritura e incluso para obtener el certificado de estudios primarios. Estos procesos educativos en la Casa de la Reconciliación, dan lugar a un libro a modo de manual “Así aprendemos los adultos en l’Hospitalet / Así aprendemos los adultos en Can Serra”.  Dada la inspiración en el proyecto de Paulo Freire, se le quiso presentar el manual que hasta entonces había circulado en fotocopias para ver si funcionaba. Freire era un auténtico mito tanto por su papel alfabetizador y cultural, como por su papel de opositor a la dictadura brasileña.

Volvió a sonreír Botey, al pensar en aquel grupito que iba a buscar la bendición de Freire para aquel librito y el proyecto que recogía que se presentaba a las 9:00 de la mañana. Era en el suiza, aprovechando un congreso ecuménico en Ginebra. La mujer encargada de la casa de Freire les dijo que no tardaría, que acostumbraba a ser puntual. Y esperaron, hasta que pasadas las 10:30 se quedaron helados a verlo, ¿cómo decirlo? ¿...? cómo dicen en Sudamérica “tomado”. Se había pasado la noche viendo y celebrando la victoria de Brasil sobre Argentina y se puso a explicarles jugadas de Pelé en el mundial[1]. Aquel mito se les deshacía cuando siguió quejándose de la mantequilla del desayuno y que en vez de hablarles del manual de Can Serra les preguntaba por la dictadura franquista. Se estaban empezando a desesperar hasta que uno de ellos le insistió cuando ya era noche y les respondió: “si saben tanto de Franco y l’Hospitalet, seguro que el manual es bueno”.

La lección que extrajo era que no hay manuales, que no hay pastillas para esta tarea. Que si quieres a la gente, si conoces la situación en la que viven, si conocías el l’Hospitalet de entonces se encuentra la forma de hacer posible el proyecto educativo.

Ni antes ni ahora habrá pastillas.

No hay pastillas, tampoco ahora en el proyecto de escuela de adultos que se quiere lanzar desde Can Batlló y los que lleven a cabo el proyecto se las tendrán que inventar. No tiene nada que ver el mundo de Can Serra de finales de los 60 y principios de los 70 con el de ahora. Ha mejorado el bienestar de la gente pero ha empeorado la solidaridad, hay más individualismo. Botey hizo hincapié en esta sociedad “del móvil”, un aparato que infantiliza a la juventud. Curiosamente tenemos menos capacidad de convocatoria.

Sociedad con más desigualdad social, más diversidad étnica del que viene de fuera que en aquella época, incluso llegan sin ningún tipo de papel. Nos es posible vivir en una democracia formal y un fascismo social: Merkel que expulsa o Hungría que pide recortar la lista de derechos humanos. Todas las sociedades occidentales crecen con subcolectivos que necesita y que las sociedades de bienestar quiere expulsar.

Características de esta educación.

Botey hizo un breve resumen de su concepción educativa que se puede caracterizar:
  • El hecho educativo está enraizado en la sociedad, en el barrio o territorio donde está. Todo lo que sea trabajar en el barrio, en este caso en Sants o la Bordeta ayudará a lo que se haga en otros barrios de Barcelona como Nou Barris o Ciutat Vella. 
  • El hecho educativo es un hecho histórico que necesita conocer los datos de las situaciones en la que está inmersa para mejorarla. 
  • Es un hecho comunitario.
  • Es un hecho político, en sentido transformador y con pensamiento crítico pero de respeto al pensamiento de los otros, que también son adultos que pueden tomar decisiones.

Recuperar el sentido de las palabras.

A Botey la situación actual le recuerda a la situación de los fascismos previos a la segunda guerra mundial, como entonces es necesario recuperar el sentido de las palabras, como por ejemplo con democracia o mujer. Sólo se pueden recuperar el significado con hechos y no tanto con palabras.

Es necesaria la autonomía, las personas la consiguen con preparación para ganarse la vida. Se mostró ilusionado y contento, al ver que hay personas para el momento actual, como en su momento surgieron en América Latina y volviendo a las palabras y a cierto sentido religioso acabó deseando que nos convirtiésemos en unos estigmatizados en el mejor sentido de la palabra.


[1] El sentido de la escena es el mismo a pesar que no tengo claro que partido pudiese ser.

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