Por poder ser todo puede, ser la verdad, ya que últimamente las palabras parecen aguantarlo todo.
Tenemos que ir suponiendo que habrá que buscar encajes territoriales no sólo por la demanda o demandas catalanas, sino también por nuestras integraciones en la Unión Europea y por cierta puesta al día de las necesarias colaboraciones entre entes territoriales.
Los míos siempre nos hemos declarado federalistas, y ahora parece que vamos a más, Enric Juliana en un reciente artículo lo decía así: “los Comunes, partidarios de una revisión cuasi confederal de la Constitución”. Y sí por ahí debe ir la cosa, ya que incluso Ada Colau no hace tanto se declaraba “soberanista y partidaria de una república confederada con España” e incluso anteriormente mi querida EUiA en la conferencia sobre proyecto constituyente para Catalunya hablaba de una federación y apostaba por “por una República Catalana Social, Democrática y Federal”, hablábamos de un tal Althusius incluso, del que aunque intenté leer alguna cosa suya casi por curiosidad malsana, no encontré ibros suyos en las bibliotecas públicas de la confederal y municipal Diputación de Barcelona.
En el proceso de debate que tuvimos (27/10/2013) en EUiA, bendito debate clásico de documento: discusión en las asambleas, presentación de enmiendas y elección de delegados ya hice mis críticas. Creo que las puedo seguir manteniendo aunque no las tenga a mano, y si parece que en los nuevos espacios estamos aumentando la apuesta de federal a confederal mis criticas también será más grandes.
La principal es que siempre me parece que nos decimos federales, o ahora confederales, por que suena a punto intermedio entre centralismo e independencia. La voluntad de llegar a acuerdos de convivencia están bien, pero yo sinceramente sigo encontrando a faltar qué competencias con para cada parte: gobierno central, autonómicos y municipales y por otra parte la UE. Además de que en medida tienen las competencias: legislación, control o gestión. Incluso que competencias tiene por ejemplos las autonomías y en qué espacios se coordinan no al margen del estado sino al margen del gobierno central. Eso hará que parezca bien o mal el federalismo o confederalismo del que estemos hablando.
Porque queremos confederalismo, pero luego también queremos, y nos quejaremos si no, de la proporcionalidad de la ley electoral es España y demandaremos que una persona un voto. Vale, pero o confederalismo (un territorio un voto) o parlamento (partiendo de una persona un voto), pero todo a la vez ya complica la cosa. De hecho a nivel europeo hemos criticado el poco peso del parlamento europeo, y aunque nos quejemos de Bruselas como se hace de Madrid, creo que la mayoría de las decisiones que no nos gustan en la Unión Europea, no las toma ni su Comisión Europea ni su parlamento, si no los estados de forma “confederada” en reuniones de jefes de gobierno o de ministros. Y pedimos soberanías propias, pero la UE nos puede echar un mano con las hipotecas, el derecho a la vivienda o las legislación verde lo hacemos.
¿Quiero poder ir con mi tarjeta sanitaria por toda España? ¿Quiero que mi título académico valga en toda España? ¿Quiero evitar el dumping fiscal o laboral? Y quién dice España, dice la Unión Europea. ¿Y cómo lo hago si quiero toda la soberanía para mi país[1]?
Pensemos como distribuir las competencias y vayamos clarificando aunque sea para nosotros mismos los conceptos. Por favor dejemos de jugar con las palabras porque al final nos encontraremos que todo sigue igual aunque bautizado de otra forma, pero quién sabe al final solamente estamos hablando de símbolos y no de contenidos y realidades del día.
[1] Palabra polisémica donde las haya.
Publicado en Debate Callejero 12/01/2018.
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