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sábado, 12 de septiembre de 2020

El relato monárquico y Fernando Ónega por ejemplo

Muy apreciable el artículo del director de La Vanguardia, del sábado 11/07/2020, “¿Reforma o ruptura?”. No voy a entrar en los puntos interesantes y destacables asumidos por Jordi Juan en cuanto director de un medio como ese y nuestro sistema democrático. Esta vez sólo me quedo en la introducción que hace de Fernando Ónega: “Quien mejor explica este tsunami que está afectando al corazón de las instituciones del Estado es otro gran maestro de periodistas, Fernando Ónega. En su artículo en la sección de Política revela el cambio que se ha producido en la imagen que los españoles tienen de don Juan Carlos desde su buen hacer en la transición hasta sus complejas relaciones personales y económicas de los últimos años”.

Ahora vamos a la columna de Fernando Ónega, en la que él habla de sí mismo como informador. Sí, es un gran conocedor de muchas cosas y yo mismo me leo sus columnas, pero hablando del rey y de política no estaría de más ir recordando de tanto en tanto, que él también estuvo en política escribiendo “discursos y soflamas” al primer presidente del gobierno de su majestad y de su agrado personal y ha recibido premios por su labor por su labor periodística al servicio de la monarquía (española). Por situar las cosa en su punto para todos.

Sostiene Ónega, en “Shakespeare, en la Zarzuela”, que Juan Carlos I era un rey muy querido y respetado por un pueblo agradecido hasta que, de repente, por lo que fuese, se ha girado y ha empezado a hacer cosas feas y el pueblo le ha dado la espalda. Así, de la noche a la mañana.

Sostengo yo, que las cosas siempre son un poco más complejas y que no hay soluciones ni explicaciones mágicas para las cosas de la humanidad.

Sostiene Ónega que “hace nada” la monarquía encarnada en Juan Carlos I tenía una aceptación del 80% y los republicanos éramos testimoniales. Y habla de sus tareas y logros en España y en el mundo. Como anécdota nadie se quejaba del monarca según él: “la boda de su hija en la misma ciudad [Barcelona] sin la menor protesta”.

Sostengo yo, que seguro que la aceptación era alta, sobre todo porque la crítica a la monarquía era muy difícil y aún ir a decírselo a la cara no es fácil. Yo estuve en protestas contra la boda de la infanta en Barcelona, las facultades de la Universitat de Barcelona estaban llenas de carteles y pancartas, quizás de una minoría ruidosa si quiere e incluso recuerdo alguna ligera carga de la policía en la misma Plaça Universitat. ¿Puedo estar engañado yo o se puede decir que lo de “sin la menor protesta” no sea verdad? ¿O la verdad es lo que consignen en su momento los maestros de periodistas y no los que estamos allí viendo las cosas? Le he pillado un despiste, ¿cuantos más del estilo debe haber al hablar de aquella época del rey?

Sostiene Ónega, que todo empezó con Urdangarín y apunta a que hay por las redacciones tales montones de documentos y dossieres que “producen la impresión de que una mano, próxima o lejana, se encargó de su difusión con intención conspiratoria”. Relato con conspiración, pensaba que estas cosas eran solo de populistas, y no del centrismo monárquico.

Sostengo yo, que el periodismo consiste en mirar y contrastar esos documentos y explicarnos qué hacen nuestros dirigentes políticos y económicos. Y que la cosa no empezó con Urdangarín, si no que el periodismo mayormente no investigaba y callaba o era silenciado si hacía alguna crítica al rey. Recordemos la famosa carta al Sha de Persia para pedir dinero para la UCD, que finalmente se quedó el mismo Rey, por ejemplo. No, no fue de repente Urdangarín, sino que el yerno pensó que podía ir haciendo como hasta entonces se hacía en la familia, pero en España las cosas habían ido avanzando y no se habían enterado. Normal depende por dónde se informaran como hemos visto. Los motivos por los que el periodismo o la industria periodista protegió al rey no los sé, pueden ser múltiples. Desde responsabilidad en la priorización de la democratización y situación económica española, hasta miedo a represalias pasando por la vinculación con la monarquía de los medios y periodistas. Vinculación con la monarquía expresada en el nombramiento de senadores reales de la industria de la comunicación y escritores de discursos y otros encargos.

Sostiene Ónega, que otro ciudadano tendría derecho a defenderse en los juzgados, y aduce la prescripción de los delitos y que no hay sentencia todavía.

Sostengo yo, que hay que echarle morro para defender así a alguien que es constitucionalmente inviolable. Lo que tocaría ahora es llevarlo a juicio por parte de organizaciones sociales y otros para que digan eso que no lo van a juzgar y que puede hacer lo que quiera. Considero una vez más que quién tendría que llevar adelante esta tarea sería Cayetana Álvarez de Toledo y su “Libres e iguales” o cuanto menos un juicio teatral de Albert Boadella en una nueva versión de Ubú rey. Si no perderán la credibilidad en sus valores, que les tengo.

Sostiene Ónega que el futuro es el nuevo Rey, Felipe VI, y su transparencia y coordinación con la parte sana del gobierno.

Sostengo yo, que la monarquía no es tanto un rey, sino el entramado de intereses políticos y económicos y sus formas de hacer que vienen del franquismo. ¡Es la economía! Que la monarquía no es Juan Carlos I, sino también Pujol, Felipe González y los despiporres del País Valenciano y las Islas Baleares. Ustedes ya me entienden, y que creo que en política hay que ir paso a paso y saber priorizar y como ya dije aquí mismo, que me preocupa que nos estén sacando el anzuelo del viejo rey, para que no hablemos del nuevo y lo que queda vigente de la anterior monarquía en forma de Gonzáleces, Sarasolas y Ayusos. Pero por lo menos no intenten tomar el pelo y jugar con ventaja, yo tampoco lo haré ni pensaré que las cloacas no valen para unos pero si para otros, no me hace falta para tener claro qué es la monarquía.

Publicado en Debate Callejero en 21/07/2020.

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