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sábado, 7 de diciembre de 2019

Son ilusiones extraterrestres

Supongo que debería aprovechar el artículo de hoy para hacer campaña electoral, pero me parece que aquí todo el mundo tiene más o menos claro mi voto, sigo donde siempre y allá iré dónde vaya IU y quiénes sean sus referentes en Cataluña. Eso sí, con más simpatía que nunca al PSC, pero mucha menos al PSOE, vuelvo a la habitual, y sobre todo, con bastante animadversión al tridente procesista: JxCat, ERC y CUP. Aún no sé a qué juegan.
De Cayetana no hablo, no es que no sea de Barcelona o de Cataluña, es que me parece extraterrestre, estando seguro, como estoy, de que es una persona muy interesante.
Sigo recordando que aunque ahora parece que los ladrones de ERC tienen un rollo “moderantista”, desde sus filas presionaron y forzaron para que el presidente Puigdemont no pusiese la urnas y sí un 155. Así que finalmente casi que le tengo simpatías a Puigdemont, con el rebote que tiene que habitar en su alma con los escolanets y arrabaleros de ERC, desde las 155 monedas de Rufián, los giros a su figura y las diferentes versiones sobre la traición que le declinaron, como antes nos habían declinado a otros. ¿Se imaginan qué hubiese pasado si otros hubiésemos mostrado el mismo menosprecio por el presidente de la Generalitat? Pero nada nuevo que no hubiésemos visto ya en ciertos comportamientos durante el tripartito.
Y la CUP esperando a ver con qué nos salen el domingo. Personalmente no tengo su capacidad de aguante revolucionario y reconozco que me da pavor su vamos a Madrid a molestar, por no escribir otra cosa o buscar qué han dicho concretamente. Pero cada uno sabrá de dónde viene y que significa su presente.

Sé de dónde vengo yo y los míos, y por eso no compro el todo es una mierda, tengo más respeto a las realidades y también a la poesía. Pienso en mis abuelos por parte materna después de una guerra civil, ahora sé que además de un batallón disciplinario de trabajadores para él y no sé si otra mili. O mi abuela en la retaguardia con un no-novio ausente con el que no comprometerse para no ser viuda antes de casada o vaya usted a saber. Y luego tu país ocupado aunque era el ejército de tu país. Y luego a Barcelona, antes del 48, no sé si por voluntad propia motivada por la economía de derrotados en la posguerra en una de las provincias más pobres de España, entonces: la Almería que exportaba mocos y legañas. No sé, decía, si fueron motivaciones económicas o de castigo político lo que hizo que acabaran en l’Hospitalet, no lo sé. Y cuándo llegaron, a saber en qué tipo de sitios dormirían los primeros tiempos, no lo sé, pero lo puedo conjeturar.
Y la historia de mis abuelos por parte paterna. Más tarde y con los 4 hijos más mayores. Mi padre ya llegó con 17 años y quizás bajó del autocar, La Viajera, delante del edificio de mi madre, que ya nació en l’Hospitalet, en los entonces Bloques Onésimo Redondo, ahora Blocs La Florida. Vaya usted a saber dónde aterrizaría él exactamente, pero debió ser así.
En cualquier caso, no se imaginarían ninguno de mis abuelos que los nietos tendrían estudios, hasta en algunos casos universitarios. Con acceso a vivienda, sanidad y educación.
Eso fue posible y tiene que volver a serlo, para los ya viejos inmigrantes que llegaron a los mismos Bloques, y para los nuevos jóvenes. Soy consciente de que muchas de esas cosas se sostienen ahora muchas veces sobre el papel, pero necesitamos menos proclamas y más realidades. Transformar y mejorar lo que tenemos, no crear un erial para construir entonces un mundo nuevo.
Veo falta de realidad política. Unos que dicen que todo funciona mucho mejor que bien porque nuestra constitución, como todos los papeles, lo aguanta todo y ahí dice lo que tiene que decir. Y los otros, que vivimos en el siglo XIX para las clases populares, a beneficio de la épica, la epopeya y la poesía. Cada uno en sus ficciones, yo necesito política, la que va vinculada las realidades. Las ficciones las dejo para novelistas, vividores y politólogos.

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