Páginas

lunes, 10 de junio de 2019

El quiosquero no tiene quién le escriba

Hablan muchos los periodistas y sus empresarios de la crisis de la prensa escrita. No sólo como crisis propia sino también colectiva, no podía ser de otra manera. Porque ellos mismos escriben de sus problemas. ¿Y por qué caída o crisis de algún potente sector económico no es una crisis social? En el caso de la información, está claro que estamos hablando de alguna cosa más, no sólo de empleo o negocios, aun así hay a quién se le escucha más los lloros.Soy de los que consideran un placer leer un periódico, además de las implicaciones políticas, culturales y de otro tipo que pueda tener. Leer un periódico desayunando, o por ahí con un café. En el móvil o por internet no es lo mismo, en papel por favor, en papel. Es una cosa que desde que soy padre desapareció y voy poco a poco recuperando en algún momento de tarde en tarde. Fiesta es leer el periódico con un café con leche y alguna pasta o un bocadillo. En un bar, o ir a comprar el periódico, ritual de lo habitual que se va perdiendo; como otros comercios, cuesta encontrar quioscos en condiciones, que luzca. En Sants queda alguno bien proviso, junto a otros que hacen llorar, que cada vez se alejan más de la prensa para ser punto casi exclusivo de gominolas y así. Y luego los locales que quedan para el alquiler, con alguna banderola o viejo parasol de algún periódico en promoción. Cuando voy por l’Hospitalet aún me parece más dramático.
La prensa se llora a sí misma, pero no se acuerda en la misma medida del último eslabón de la cadena. No es sólo el paisaje de los quioscos que cierran, es también el paisanaje, en los que intuyo dramas: junto a los negocios de reciclaje de toners, vapeadores y perfumes sin marca. Pero ellos no tienen quién les escriba, como sí tienen otros prohombres en algunos trances judiciales[1]. Aunque sea el signo de los tiempos, más para unos que para otros[2].

Me apena el aspecto de algunos quioscos y también la situación de la información. Tenemos que asumir que la democracia tiene un precio, y no sólo de dinero, que también. Pero leer en la prensa como lloran y se reivindican a sí mismos como pilares de la democracia, de la cultura y casi de la civilización, que sí, para luego detectar faltas de ortografía, dar apoyo a pseudociencias y otra rarezas, y finalmente perpetrar traducciones del inglés que no son castellano y utilizar anglicismos cuanto menos innecesarios. Errores solventables con una segunda lectura por un corrector humano.
La prensa, los proveedores de información, son necesarios, siempre lo han sido y tenemos que pagar por ello para que no sean meros soporte para la publicidad. Para hacer lo que no podemos hacer nosotros, los ciudadanos, que estamos en otros asuntos:
  • Mirada crítica y de contraste. Sobre todo en las cifras y datos.
  • Filtro de toda la marabunta de ruidos varios. Poner en orden la explicación del mundo.
  • Verificar las ruedas y notas de prensa, no meramente reproducirlas
  • Leer el BOE y ver que lo escrito pasa en la realidad.
  • Que nos expliquen quienes son los dueños de los medios y cómo se pagan.
  • …Sí, necesitamos la prensa, tiene presente y futuro, ahora hay que ver cómo nos lo pagamos, si es gratis no vale nada. Si no, no hablarán ni nos hablaremos de nosotros mismos.
[1] No sólo del procés, tanto unos para los procesados como otros para los testigos. Recordaría el caso TOUS y alguna columna de Pilar Rahola por ejemplo.
[2] Cojan la argumentación tecnológica y de modernidad de defensores de UBER y Cabify y aplíquenla a las compañías eléctricas.

Publicado en Debate Callejero en 07/02/2019.

No hay comentarios:

Publicar un comentario