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sábado, 19 de enero de 2019

Los 80, obsesión histórica en Cataluña

En un reciente artículo de opinión Joan. B. Culla en el periódico Ara, al que siempre le agradeceré el programa de historia “Segle XX” en el Canal 33[1] y alguna otra cosa más, se mostraba crítico con Iniciativa (ICV), evaluando su papel desde el tripartito hasta su culpabilidad en la dimisión de Xavi Doménech, pasando por su papel en “el procés”. Sin entrar en la base de la columna y sus posiciones respecto a ICV y la reciente política catalana, me sorprendió especialmente su primera afirmación de que el partido ecosocialista (no sé si eso nos incluiría a los de EUiA) “había sido uno de los principales factores de desgaste de la presidencia de José Montilla”. No sé si al gobierno de Montilla habría que incluirlo en aquel del Dragon Khan, aunque visto con perspectiva cualquiera de los 2 tripartitos progresistas se quedaron realmente en unos modestos tiovivos, porque sino lo de los últimos años no tiene atracción de feria posible, chistes a parte.Dentro de las culpas de ICV explicitadas la que más me llamó la atención era lo que nuestro historiador calificaba de “empecinamiento a imponer una velocidad máxima de 80 km/h en todas las vías del área metropolitana”, justo en unos días (cuando le leía) en los que en Madrid se estaba con lo de la restricción del motor privado en el centro de la ciudad. Un debate que en el área metropolitana de Barcelona no se ha dejado de dar desde diferentes frentes: ya sea discutiendo las reducciones de velocidad, el tranvía o la necesidad de más autopistas o el precio del transporte público.
Además del actualidad del debate del momento sobre peso del motor privado en nuestras ciudades, me volvió a venir a la mente otro artículo de Joan B. Culla, en El País, justo cuando después de 2 gobiernos de progreso en Catalunya volvió la CiU capitaneada al timón por Artur Mas. En él, titulado “En posesión de la verdad”, hace ya 8 años, la temática era la misma, la crítica a ICV, y en este caso también EUiA, y los 80 km/h, aunque éste era el ejemplo y piedra de toque de nuestra maldad: “Pero donde ecosocialistas y comunistas han llevado su síndrome de poseedores de la verdad hasta el paroxismo es en el tema de los 80 kilómetros por hora.”. Ahora “empecinamiento[2]” antes “paroxismo”.
En esa época ya con gobierno de CiU, otra vez, quedó mi querido David Rodríguez, como director del Servei Català de Meteorologia (Meteocat) y último cargo político del gobierno de progreso en un Generalitat ya convergente. Un periodo que a todos los efectos parecía demasiado largo, y más cuando parecía claro que el sustituto iba a ser Oriol Puig, otra vez, aunque algún inconveniente o duda debería haber cuando no fue una decisión rápida. Dentro del debate y propaganda feroz de CiU y otros segmentos del Partido del Motor para eliminar la limitación de los 80 km/h, a David Rodríguez, como responsable y por sus funciones en el Meteocat argumentaba a favor del mantenimiento del límite de velocidad de los 80 a la entrada de Barcelona en una carta publicada en El Periódico de Catalunya. A raíz de la carta el govern del millors se dió cuenta que David se les había quedado por allí y se apuraron a cesarlo y a poner en marcha su cambios en función de su ideología.
Estos hechos se tradujeron en aquella columna del 2011 en “Los dogmas tienen, eso sí, celadores fanáticos, como ese descubrimiento de las últimas fechas, David Rodríguez Albert, militante del PSUC Viu, economista y, sin embargo, director del Meteocat, que aprovechó deslealmente su cargo en funciones para cargar contra la decisión de poner fin al arbitrario límite de velocidad.” David como “celador fanático” que se “aprovecha deslealmente de su cargo en funciones” no tiene precio, sobre todo cuando su sustituto Oriol Puig, acaba de dimitir hace unos mese por irregularidades destapadas por el mismo diario Ara en el que colabora actualmente Joan B. Culla.
Había irregularidades en las adjudicaciones de Oriol Puig al Meteocat con informes aprobados sin la firma de los técnicos y proyectos otorgados a la persona que había fijado los requisitos. E incluso habría usado a un trabajador del Meteocat para cuestiones personales -de encargos privados a hacer de chofer para familiares- y también relativas a sus propias empresas, como por ejemplo la sociedad Viniteca.
Esto sí que es usar deslealmente un cargo, y merecería algún fin de columna de Joan B. Culla, porque esto no es una cuestión de formas sino de fondo, que a fin de cuentas es lo importante.
[1] Segundo canal de TV3, con alto contenido cultural de todo tipo, sobretodo en mi adolescencia y juventud.
[2] “Entestament” en el original en catalán.

Publicado en Debate Callejero en 16/01/2019.

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